sábado, 9 de agosto de 2014

Marea


Dejamos las manos entrelazadas en tardes que parecían eternas
dejamos los bailes sinceros en salones improvisados
dejamos los sitios de moda que canjeabamos por lugares casuales
los viajes con destinos desconocidos
los temores traicioneros
los aguaceros despiadados
los odiosos diluvios de diez minutos

los cantautores infinitos
los trovadores legendarios
las crueles temperaturas
las soluciones ingeniosas
las perseverantes ilusiones
las tempestades viscerales
las perfectas imperfecciones
las débiles fortalezas
la sensibilidad impetuosa
los ojos del alma
las jarras balsámicas
los improvisados desaciertos
los cielos en oleo
las notas de cuerdas
la necedad de los cuero
los miedos compañeros
la perseverancia en abundancia.
 

Y les dejamos ir...
los marchitamos a fuerza de horas orgullosas
a fuerza de desgaste y de cantos de sirena
a fuerza de dureza
a fuerza de apagones
a fuerza de tormentas sin muelle
a fuerza de tardes grises
a fuerza de olvido
a fuerza de fuerza
de lágrimas
de heridas
de lejanía
y la noche se instaló en nosotros
y en la oscuridad dejamos de remar
y nos dejamos llevar por la marea.